La historia a desarrollar hoy es simple pero determinante. Hace unas semanas una amiga que se dedica a enseñar y apreciar el arte de preparar té según la tradición China y la japonesa, tuvo la gentileza de invitar a un grupo de amigos entre los que me encontraba a presenciar y conocer el rito de esta mágica preparación.

Para mí siempre ha sido un disfrute el tomar té, obviamente a mi temprana edad de 10 años solo conocía té negro y manzanilla, la segunda era por si estabas indispuesta de la pancita. Recuerdo prepararme con mucho agrado el té negro en bolsita y acompañarlo de limón y azúcar. Con el pasar de los años este disfrute creció por diferentes tipos de té y acompañamientos fueron cambiando, con leche sin leche, té verde, miel, etc. etc., la única constante en este cambio es que deje de usar endulzar esta bebida y solo cuando es té negro con limón coloco miel.

Entonces ya apreciando y queriendo más sobre el tema del disfrute de esta bebida la cual es cotidiana en mi día a día al igual que el café, en diferentes horas y momentos del día estas dos tienen su espacio e importancia para mí.

Vuelvo al inicio de la experiencia que me dio más conocimiento en este tema que aprecio de mi día a día. Entro en el recinto donde voy a incursionar en el rito de preparar el té en China, guiada por una especialista en materia y recién amiga madrileña Helena.

Ya la atmosfera al entrar en el lugar me inspiraba respeto, seriedad y armonía. Con el amor y respeto que tiene Helena hacia cada detalle que interviene en esta preparación.  Me quede al igual que mis otros amigos atentos y con una presencia serena a la escucha de cada mínimo detalle, todos importantes y precisos en la preparación de este chino, puedo describir a detalle ese momento tan agradable que quedo fijo en mi mente curiosa y agradecida de aprender para mejorar lo que para mí es una bebida y momento especial de mi día.

¿Y qué paso luego?, Luego de esta experiencia enriquecedora me es imposible dejar de hacer mi bebida diaria de una forma mejor, ya que no hiervo el agua, por ejemplo, tampoco sigo el tiempo que sugiere los te comerciales porque sé que es mejor solo un par de minutos, dejo pausar té y respeto la mejor temperatura para un sabor más idóneo.

Concluyo de mi experiencia, algo que no me es ajeno y que, como Coach, tengo muy presente, y es que cuando te importa: alguien, algo, vas a mejorar siempre en el camino, apreciaras las oportunidades que se te presenten, mientras que si solo actúas que te importa difícilmente el conocimiento nuevo tendrá espacio para ser incorporado y usado.

Para mí es medular que exista esa verdad dentro, descubrir en el cliente ese “algo” que le importa, para así saber que el avance está garantizado y no es por mis herramientas, es gracias a esa verdad de que quiere mejorar y así la magia del cambio opera en cada sesión de coaching, porque la atención estará colocada en avanzar y tener una visión atenta al entorno que le puede sumar conocimientos alineados con su objetivo, el cual está muy bien definido.

Foto en la que comparto té durante una sesión de coaching. Una mujer maravillosa y que me tendió su mano para acompañarla en su programa de, “La hora del té con Alejandra Belo”, los jueves por la tarde. Desde la Isla de Margarita.